¿Qué es la economía naranja?

¿Qué es la economía naranja?

Hablar de este tipo de economía es hablar de varias cosas o más bien factores como son: la creatividad, la identidad y la intelectualidad.

Se conoce como naranja, porque normalmente este color se asocia con la cultura y los factores mencionados.

En otras palabras, la economía naranja implica convertir el talento en dinero a través de proyectos que conviertan las ideas en acciones productivas, fomentando la creatividad.

Así como las habilidades y el ingenio de los emprendedores, y es un modelo de desarrollo en el que todo lo anterior son pilares de transformación social y económica del país, desde las regiones.

Este modelo cuenta con herramientas de desarrollo cultural, social y económico.

Se fundamenta en la creación, producción y distribución de bienes y servicios culturales y creativos.

Lo más importante y trascendental de este tipo de economía es que se respetan y protegen los derechos de propiedad intelectual.

La economía naranja no se aprovecha del medio ambiente

A diferencia de otros tipos de economía que resultan nocivos para el planeta, la economía naranja es respetuosa con el medio ambiente y no se aprovecha de los recursos naturales.

Genera unos dividendos extraordinarios. Según la ONU, la Economía Naranja “se sostiene del conocimiento y el talento, dentro de lo que destacan actividades como publicidad, arquitectura, artes y oficios”.

En ella entran el diseño, moda, cine, video, fotografía, música, artes escénicas, publicación, investigación y desarrollo, software,.

Así como los videojuegos, televisión, radio, turismo y educación cultural, entre otras.

La ONU estima que estas industrias representan casi 8 % del PIB mundial y pueden estar generando el 14 % de los puestos de empleo en el mundo.

Impacto en América Latina según el Banco Interamericano de Desarrollo

En el caso de América Latina, el BID estima que solo en el 2015 este sector produjo más de 120.000 millones de dólares.

Una cifra tremenda si se toma en cuenta que en esta región no se tienen los recursos que se quisieran para invertir en la educación y sobre todo, en desarrollo cultural.

Al respecto, el empresario Juan Carlos Briquet Mármol, especialista en finanzas y analista de los entornos económicos, nos da su opinión sobre la economía naranja y su crecimiento en el mundo.

“Cuando uno mira lo que ha pasado con este concepto se percata de un crecimiento tremendo, no solo de su uso, sino de su aplicación. Y creo que el actual momento bélico, que va a obligar a los Estados a un cambio estructural que rompa la dependencia de las energías fósiles”, comentó.

Al tiempo que señala que ello le dará un impulso aún mayor a la economía naranja.

Para él, la economía naranja es el futuro, pero requiere de incentivos tributarios y económicos que le den viabilidad.

Sobre todo, “en algunos países donde la creatividad aún no es entendida como un proceso fundamental de la construcción de riqueza”, relató Briquet.

¿Qué es la economía naranja?

El objetivo de este tipo de economía

Con este tipo de economía se pretende propiciar las condiciones para generar empleo digno en el sector cultural.

¿Cómo? A través del apoyo a la materialización de nuevas ideas creativas y productos innovadores.

Los cuales fortalecen los saberes ancestrales, las prácticas del patrimonio cultural y la transmisión de conocimientos tradicionales.

Origen de la economía naranja

El concepto se hace público por primera vez en 2013.

A propósito de una conferencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde se presentó la publicación de un libro que trataba sobre la economía cultural y creativa.

Una economía que los autores de dicho libro denominaron “economía naranja”.

En este sentido, Iván Duque y Felipe Buitrago, consultores del BID, daban forma a un concepto que, bajo su criterio, se presentaba como “una oportunidad infinita”.

Así, los autores resaltaban la necesidad de, al igual que la economía verde, acuñar un concepto que tratase de potenciar la cultura y la ideación en los países.

¿Qué busca la economía naranja?

La economía naranja busca el profesionalizar la creatividad y la innovación.

Fortaleciendo la transmisión de conocimiento, así como de la cultura a generaciones venideras.

Así, la idea principal se basaba en el desarrollo y la extracción del potencial económico del sector cultural y creativo. A su vez, generando unas condiciones para la sostenibilidad de las organizaciones y agentes que integran dicho sector.

Muy en la línea de, también, como afirmaron los autores, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En este sentido, fomentando la cultura y la creatividad, lo que se persigue es profesionalizar un sector que, históricamente, nunca ha estado profesionalizado. Máxime, teniendo en cuenta la necesidad de fomentar dicho sector.

Algunas cifras antes del Coronavirus

Antes de la pandemia del Coronavirus (Covid-19) ya se tenían unas estadísticas sobre la economía naranja que a continuación les compartimos.

La economía naranja en Colombia ha arrojado grandes resultados según las cifras recolectadas en 2019.

Las cuales indican que las actividades de la Economía Naranja aportaron un 3,2% del total de las finanzas nacionales.

Esta información fue publicada por el DANE, institución que arroja los resultados actualizados de la Cuenta Satélite de Cultura y Economía Naranja (CSCEN).

Una de las principales conclusiones que revela este reporte actualizado es que todas las actividades culturales y creativas que están sujetas al derecho de autor forman parte de la Economía Naranja colombiana.

Los resultados reflejan que en el 2018 la Economía Naranja aportó 28,4 billones de pesos al valor agregado de la economía nacional, lo que representa un 3,2 % del total en este indicador para el país.

Sigamos mirando las cifras colombianas

con la llegada de la pandemia, las actividades creativas enfrentan quizá uno de los peores panoramas entre todos los sectores.

Sobre todo aquellas que dependen de espacios físicos para llevarse a cabo, dado que los espacios de agrupación masiva fueron cerrados.

“Y esto es así porque se sabe que la Economía Naranja tiene un comportamiento procíclico, lo que significa que durante los ciclos positivos de la economía, la Economía Naranja crece 1.52 veces más que la economía nacional, pero durante los negativos decrece 1.32 veces más que el agregado del país. Todo según el DANE.

Los resultados de la pandemia y de los cierres y restricciones producto de esta fueron y son devastadores para la Economía Naranja: se generó una reducción de más 61.500 empleos con respecto al 2019, un decrecimiento del 12%.

Asimismo, todos los segmentos de la Economía Naranja presentaron una caída en las exportaciones significativa con respecto al 2019: artes y patrimonio -28%; industrias creativas -24%; industrias culturales -47%.

Y como si esto fuera poco, los hogares redujeron su consumo en este tipo de bienes en un 23% durante 2020 con relación al 2019.

El año pasado (2021) trajo un modesto repunte en las cifras, aunque más bien se puede definir como que se estableció una meseta.

Pero se espera que la recuperación del año 2022 impacte de lleno en la Economía Naranja y vuelva a ser el sector pujante que ha sido en años anteriores

Y es que este 2022 la gente ha vuelto a las calles, muchos establecimientos han recuperado su tasa de ocupación y producción.

Así como hay más gente en la calle trabajando, disfrutando de las actividades culturales o simplemente comerse un helado, tomarse un café entre amigos, ir al cina, etc.

Barreras de la economía naranja

Una de las barreras para el crecimiento de la economía naranja es el acceso al Internet.

Y es que, en algunos países ya el Internet es un derecho humano y entra dentro de las necesidades elementales del ser humano, porque es fundamental para el conocimiento.

Pero también para la empleabilidad y la productividad. Hoy día muchas actividades laborales comprenden el uso de internet.

Sin embargo, en muchos países de América Latina hay rezago en cuanto a la accesibilidad del Internet y en otros, aunque haya alta cobertura, la velocidad de navegación es una deuda pendiente.

 

 

 

 

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