El pensamiento estratégico
El éxito de un negocio no está en la suerte o en los contactos, inclusive ni siquiera en obtener los recursos luego de cobrar una herencia.
En realidad, el éxito dentro del mundo empresarial se encuentra en la estrategia desarrollada e implementada.
Tomando en cuenta todo lo que implica ello y ejecutar los procesos de supervisión y atención en cada fase para asegurarse de que sea un éxito.
El pensamiento estratégico juega un papel fundamental en el crecimiento de un negocio, empresa, sociedad, institución, etc.
Es decir, que está involucrado en todas las áreas y de ahí la importancia de cambiar la mentalidad.
Lo cual es trascendental al momento de abrir un negocio o montar una empresa.
El pensamiento estratégico consiste en la creación de una idea macro que busca vender algún producto de la empresa.
Con ella viene el impulso y por ende, el crecimiento. Ambos a la par.
Es un proceso individual o de la empresa
Las ideas brillantes no aparecen de la noche a la mañana sino que son el resultado de un proceso, lo mismo ocurre con el pensamiento.
Es una especie de músculo que se va desarrollando a medida que se cae y se levantan las ventas, esto hace que se conozca más a los clientes, sus gustos, sus necesidades.
Una vez detectado el foco que necesita atención entonces vienen las ideas nuevas que pretenden impulsar.
Sin embargo, esas ideas o pensamientos deben estar bien fundamentadas y sentadas bajo la realidad, no basadas en ideales inalcanzables.
Por eso se llama pensamiento estratégico, porque consiste en una idea sólida que se desarrolla por fases y en sí misma constituye una modalidad de crecimiento.
Al término de la fase de implementación viene el cotejamiento de resultados, en los cuales se evidenciará si la estrategia funcionó o no fue eficaz.
Ese proceso de aprendizaje no se aprende en la universidad o en un curso, se aprende en la vida real, debido a ello no existe una fórmula “mágica”.
El pensamiento estratégico
Detrás de este tipo de pensamiento hay una identidad clara y un propósito.
Cuando en una empresa o persona a punto de crear su propio negocio no hay pasión, motivación, no ha estrategia.
La estrategia forma parte de eso que te motiva a querer hacer algo y cómo lo quieres, hacia dónde deseas ir o en dónde te ves.
El pensamiento estratégico rompe con la zona de confort y confronta al pensamiento tradicional de quedarse en un mismo lugar siempre.
Se trata de ver más allá y visualizar la empresa. Sin visión, los trabajadores se resistirán al cambio porque no tienen un norte claro.
Si no hay una visión que defina “qué queremos llegar a ser”, se estancan.
En este contexto, cuando pensar como estratega no es una opción viable, es una necesidad.
El pensamiento estratégico se concentra en sacar ventaja de los eventos favorables que ocurren en el entorno y tomar medidas defensivas eficaces para mitigar el efecto de los eventos desfavorables.
¿Qué implica pensar de esa manera?
Con un norte bien definido y una manera clara de hacer las cosas, la empresa tomará otro rumbo.
Un sentido en el que todos trabajarán motivados confiando en las proyecciones y tomando en cuenta cada detalle para crecer y ser más eficientes en lo que hacen.
De hecho, cuando hay un pensamiento estratégico, hay más eficiencia en las operaciones.
La gestión (recursos humamos y materiales), es más clara y concisa, se ahorra tiempo y recursos.
Aunado a que sin duda hay una mejora en los niveles de productividad.
Las amenazas comienzan a reducirse porque antes de iniciar hubo una fase de estudio de mercado, estudio de factibilidad y cálculo de tiempos.
Todo pensamiento estratégico llevado a una campaña o al despertar de una compañía tiene un comienzo y un fin.
Es decir, se va renovando a medida que van conociendo más a sus clientes, target, productos, etc.
Asimismo, favorece el incremento de las oportunidades, apoyo en la consolidación de los valores de la identidad corporativa, etc.
Etapas o fases del pensamiento estratégico
Hay dos formas de pensar en la vida: la primera como si todo es cuestión de suerte y por tanto “me lo merezco”…
O pensar que para sobresalir y marcar la diferencia en el mercado, en la clase, en la casa, en la universidad, etc, hay que pensar distinto.
El alto ejecutivo alcanza esta posición porque entre sus virtudes se encuentra la de aprender constantemente y analizar las situaciones.
Así como pensar en cómo hacer algo que se distinga del resto de sus competidores.
De igual modo el pensamiento estratégico tiene una serie de etapas o fases que si se cumplen a cabalidad garantizan alta efectividad.
1- Anticiparse
Quien posee un pensamiento estratégico se anticipa antes de tomar decisiones o anunciar la implementación de una idea.
En realidad, comienza por revisar cómo está el mercado, qué es lo que está pasando, cómo funciona la competencia.
Repite el mismo proceso con la empresa buscando tendencias en ese rubro y analizando a los clientes actuales.
Evaluando que tan buenos o no son para la empresa.
Pero, ¿por qué es importante hacer eso?
Porque es la única forma de ver la empresa desde todos los ángulos posibles, haciendo una revisión de adentro hacia afuera.
Y a su vez, de afuera hacia adentro. Lo cual permite conocer el panorama completo y diseñar una estrategia eficaz.
Sólo así es que una amenaza se puede convertir en la oportunidad para hacer algo nuevo.
Priorizar
Tener prioridades como personas individuales es fundamental para alcanzar un rendimiento óptimo en todo…
De igual manera ocurre en la empresa, se debe poner el énfasis en aquellas áreas que necesitan ser fortalecidas.
A su vez, en los productos que se quieran lanzar en una temporada en específico, etc.
Se debe aprender a diferenciar lo que son las cosas importantes de las prioritarias. Establecer tiempos y tareas o asignaciones que permitan responder.
Para ello se requiere de planificación, el arma secreta para alcanzar el éxito.
Delegue aquellas cosas importantes que otro grupo de colegas puede resolver y encárguese de lo prioritario.
Es momento de adaptarse
El pensamiento estratégico está asociado al análisis, obtención de información con el fin de conocer el estatus.
Pero posteriormente tener un detalle de lo que ocurre de adentro hacia afuera y viceversa.
Lo que permite que haya evolución dentro de la misma y del mercado en el que interactúa.
Todo ello partiendo de conocer los recursos con los que cuenta y aprovecharlos de manera eficaz, oportuna.
A fin de que puedan adaptarse a las circunstancias por las que están atravesando.
La empresa debería tener la capacidad de adaptarse, reinventarse, así como le tocó a muchos empresarios en este 2020 tras la pandemia del Coronavirus.
De igual modo, esta debe saber improvisar en un momento dado, y para todo ello se requiere de pensamiento estratégico.
Dado que si las medidas no son las correctas, la empresa puede estar en problemas.
Todo dependerá de la estrategia, inclusive puede suceder que se use en el presente o que se contemple para implementarse a futuro.
Pero sea cual sea la etapa en la que se ponga en marcha debe estar bien calculada y analizada con el momento actual de la empresa.
Puesto que la situación del mercado 2020 y las condiciones sanitarias, laborales, etc, no son las mismas que las de 2019 y mucho menos que las del 2021.
Accione el pensamiento estratégico
La última etapa o fase del pensamiento estratégico es la acción.
Ya conoces todo de la empresa, lo externo y lo interno, sus antecedentes, historial y posees en tus manos un balance de resultados actuales…
Informes de ganancias y pérdidas; del mejor producto, entonces es tiempo de implementar la estrategia.
“Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”, Confucio.
Una vez que termine la fase de implementación se hace un análisis de resultados y se compara con periodos anteriores, sólo así se determinará si fue efectiva o no.
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